Umbriel — Donald A. Wollheim (Cuento Corto)

Umbriel

Donald A. Wollheim



Formulario de los archivos del Departamento de Navegación Interlunar del Gobierno de Oberon:

En respuesta a las repetidas solicitudes de los ciudadanos con ansias espaciales respecto a por qué nuestras naves siempre evitan el segundo satélite del sistema de Urano, el documento siguiente es la evidencia. Se trata de un resumen del Informe de K´yaldiu, un pionero astronauta de varias generaciones atrás.


"Mi nave se deslizó a través de la atmósfera de Umbriel sin grandes dificultades. Era mucho más espesa y cálida de lo que había experimentado con anterioridad. Después de aterrizar, mis instrumentos registraron una temperatura de 60 grados bajo cero Fahrenheit (valor terrestre).

"Posé la nave sobre una superficie suave de césped verde (o así me pareció en mi primera ojeada por la helada escotilla). Después de desconectar los cohetes de propulsión, me dispuse a pisar tierra a fin de reclamar el territorio para Oberon..., siempre que no hubiera habitantes.

"Al bajar, mi olfato se vio desagradablemente sorprendido por un olor nauseabundo. El aire era espeso, pesado, caliente, y de muy mal olor. Apenas era respirable, y del suelo ascendía un calor insoportable, que no tardó en coartar mis energías.

"Tan pronto como asenté las plantas en el suelo, mis pies se hundieron en la tierra y tuve necesidad de empujarlas hacia arriba, movimiento que se vio acompañado por el más desconcertante ruido de absorción. El suelo semejaba uno de los semilíquidos que nuestros científicos obtienen en sus laboratorios cuando consiguen temperaturas suficientemente elevadas para fundir el hierro.

"Durante unos instantes conseguí avanzar. Después, una sección del suelo se abultó ante mí y mientras lo estaba contemplando, se convirtió en una cúpula hemisférica que reventó. Surgió una nube de vapor tóxico, que comenzó a girar a mi alrededor. Parecía una burbuja muy peculiar.

"Cuando llegué a una roca amarillenta y ahuecada, que se alzaba aislada sobre el terreno, me detuve a examinarla. Estaba compuesta de una substancia dura, brillante y porosa, muy diferente de todo lo que produce la Naturaleza. Además, la roca desprendía una sensación completamente antinatural.

"Percibí un movimiento a mis espaldas y al volverme divisé a uno de los seres nativos de Umbriel. Surgiendo de un agujero del terreno, vi un objeto blanco, sin forma, que no poseía brazos, piernas, ojos, orejas ni otros apéndices exteriores. Tenía boca y un cuerpo tubular de varios centímetros de longitud. Y algo más.

"Contemplé con atención lo que hacía. Y en aquel momento, lo reconocí. Entonces comprendí qué era aquella esfera en la que yo me hallaba. ¡Porque aquel ser estaba comiéndose el suelo! ¡Estaba devorando el verde césped con considerable apetito! ¡Era un gusano, un gusano de tumba de enormes proporciones! ¡Y sólo podía estar comiendo la carne de un ser muerto!

"Cuando regresé a mi «ovoide», lo encontré medio hundido en el podrido terreno. Trepé a su interior, cerré la escotilla y despegué con una explosión de mis cohetes de pólvora que iluminó todo el paisaje.

"Jamás volverá ningún ser con lúcida razón a Umbriel. Porque no es un globo natural..., es la retorcida carcasa de un animal muerto, un enorme monstruo de algún mundo colosal, que voló al espacio. Debió de ir flotando por el vacío hasta que fue capturado por Urano. Y ahora que se halla recalentado por el calor desprendido por el lejano Sol y tan cerca de Urano, ha empezado a corromperse, a pudrirse, y los gusanos han salido de las profundidades de su cuerpo para alimentarse.

"Permanecerá eternamente aislado, ya que los gusanos no son los únicos seres que moran allí. En torno a la superficie del gusano vi un cinturón de metal con unas extrañas estrías. En algún lugar de las entrañas, en los intestinos de aquel cadáver-mundo corrompido, habita la inteligencia, una raza de increíble horror que se alimenta con los cuerpos de los gusanos, de la misma manera que éstos se alimentan con la carroña que es el planeta.



"Una raza de insoportable hedor, sumamente repulsiva, habita allí. Y nada saben de otros mundos. ¡Ojalá no lleguen a saberlo nunca!"


***

Umbriel, © 1936 by Shepherd & Wollheim. Traducido por Miguel Jiménez en Las mejores historias de horror, recopiladas por Forrest Ackerman, Libro Amigo 94, Editorial Bruguera S. A., 1969.

Galeria de capas Orson Scott Card

Fotos no Goole+: https://photos.google.com/u/0/album/AF1QipPC56EOpTYuJzLimEY8w2biHjuozc-ee3QFoCTk



Orson Scott Card (24 de agosto de 1951, Richland, Washington), é um escritor de ficção científica e fantasia norte-americano.

Foi o primeiro escritor a receber o prêmio Hugo e Nebula por dois anos consecutivos, graças aos seus romances da série Ender, O Jogo do Exterminador e Orador dos Mortos.

Card é também conhecido pela novelização do filme "O Segredo do Abismo", de James Cameron.

Orson morou no Brasil por dois anos quando era missionário voluntário da Igreja de Jesus Cristo dos Santos dos Últimos Dias.

[wikipedia]

El Científico Y El Monstruo — Miniconto de Gahan Wilson


El Científico Y El Monstruo 

Gahan Wilson 






Un científico emprendió la difícil tarea de construir y dar vida a una nueva clase de ser humano superior. Imaginaba que su creación sería un ejemplo para el resto de los hombres, a quienes enseñaría el camino hacia una vida mejor, de progresos y, posiblemente, de paz sobre la Tierra.

Desafortunadamente, a pesar de tener las mejores intenciones, el científico erró seriamente en uno o dos puntos cruciales y economizó tal vez demasiado en los materiales. El decepcionante resultado sólo puede ser descrito como un monstruo.

El científico, que se había escondido cuando el monstruo comenzaba a despertar, espiaba consternado, mirando cómo la criatura se tambaleaba explorando el laboratorio. La cosa era horrible, y el científico se sentía terriblemente culpable por haberla construido.

«¿Qué derecho tenía yo para jugar a ser Dios y traer a esta pobre y retorcida criatura a una existencia de sufrimiento?», se preguntaba.

A través de lágrimas de arrepentimiento, el científico vio con súbito pánico que el monstruo había descubierto un gran espejo que colgaba en uno de los extremos del laboratorio y se dirigía pesadamente hacia él. 


«¡Qué horrible! —gimió el científico—. ¿Qué ocurrirá cuando este patético ser vea su espantosa imagen en el cristal?»

El monstruo se detuvo frente al espejo durante un minuto o algo así, y luego, emitiendo arrullos de deleite, comenzó a andar afectadamente de un lado hacia otro contemplando su imagen, volviéndose y adoptando distintas poses mientras lo hacía. El científico se asomó un poco más afuera del armario para observar mejor este fenómeno inesperado, pero el monstruo, al verlo, salió corriendo del salón, asustado y dando alaridos.


***

Fonte: Bruguera Ciencia Ficción nº 10

James Blish Biblioteca

Livros:

2018, Rumo Ao Infinito - James Blish.epub
250 seculos apos__ - James Blish.mobi
250 seculos apos__ - James Blish.epub
James Blish - Grupo Galactico (cuentos).pdf
James Blish - Sementes Estelares.pdf
James Blish 250 Seculos Apos.pdf
Tension superficial - James Blish.epub
Un caso de conciencia - Blish, James.epub

Link: http://minhateca.com.br/Herman.Schmitz/Marcianos.Cinema/Autores/James+Blish


Galeria de Capas James Blish

Galeria de capas no Goole+: https://photos.google.com/u/0/album/AF1QipOX-ZlGAruYQEFt6bWBYhLaA1_0GkK9fMAHCsMs

Blish, James
(1921–1975)

James Blish has long been acknowledged as one of the major writers in science fiction, his stature almost rivaling that of Robert A. HEINLEIN, Isaac ASIMOV, and Arthur C. CLARKE. He was noted for his critical essays as well as his fiction, as an editor, and unfortunately, toward the end of his career, for his novelizations of the original Star Trek series. Although he was an American citizen, he relocated to England in 1969 and remained there until his death a few years later. Blish had a wide variety of interests, including metaphysics and music, that are sometimes mirrored in his fiction, and he edited the newsletter of the James Branch Cabell Society. His career as a writer extended over nearly 40 years and includes several acknowledged genre classics.

O Escritor de Ficção Científica descrito por sua esposa (Fredric Brown)



O Escritor de Ficção Científica descrito por sua esposa
por Elizabeth Brown


Apresentação à coletânea Paradoxo Perdido 

de Fredric Brown



Fred detestava escrever. Mas gostava muito de ter escrito. Era capaz de entregar-se a toda espécie de atividade só para retardar o momento em que finalmente tinha de sentar-se à máquina: espanava a mesa, tocava flauta, lia um pouco, tornava a tocar. Ou, se residíamos numa cidade em que não houvesse carteiro, iria pessoalmente ao Correio buscar a correspondência, e, de caminho, convidava alguém para uma partida — às vezes duas ou três — de xadrez ou cartas. Quando finalmente voltava para casa, decidia já ser tarde demais para dar início ao trabalho. Após dias dessa prática, sua consciência acabava por doer. Era então que se entregava efetivamente ao trabalho, produzindo algumas linhas, ou mesmo páginas inteiras. Fosse como fosse, os livros aí estão escritos.

Não era autor prolífico. Em média, enchia três páginas por dia. Às vezes, quando o livro parecesse escrever-se por si, sua produção diária subia para seis ou sete laudas; o que entretanto era raro.

Fred tinha o hábito de andar de um lado para outro, sempre que planejava uma nova história. E como ambos passássemos em casa boa parte do tempo, surgiu o problema de que eu lhe interrompesse o fio das idéias, ao dirigir-lhe a palavra em tais ocasiões. Coisa que o azucrinava deveras. Após tentarmos, sem êxito, várias soluções, sugeri que usasse um boné vermelho quando não quisesse ser incomodado. O que ele fez. Com o passar do tempo, acostumei-me a inspecionar-lhe a cabeça antes de dirigir-me a ele.

Sempre que acabava um livro, íamos viajar, e o tempo que passávamos fora dependia exclusivamente de nossa situação financeira no momento.

Havia ocasiões em que sua imaginação realmente encalacrava. E por mais que andasse de um lado para outro em casa, não chegava a parte alguma. Quando isto se deu, certa vez, durante a composição de um de seus primeiros livros, achou ele que uma viagem noturna de ônibus talvez ajudasse. Não tinha o hábito de recolher cedo e supunha que, depois de apagadas as luzes do coletivo, tudo estando às quietas, pudesse se concentrar melhor. Muniu-se, pois, de um bloco de papéis e de um lápis-lanterna, passou alguns dias fora e, quando regressou, o problema estava resolvido.

Fez muitas outras viagens desse tipo. Tantas, que eu até acabei capaz de prever quando estavam para acontecer. Nem sempre ele regressava com a solução que tinha ido buscar; mas, nessa eventualidade, jã vinha com a trama pronta para algum outro livro.

O clímax de sua carreira foi quando abandonou a leitura de provas para dedicar-se por inteiro à tarefa de escrever. Mas a ocasião em que se sentiu mais feliz e orgulhoso foi quando ganhou o Prêmio Edgar Allan Poe, dos Escritores Americanos do Mistério, pela melhor história no gênero: The Fabulous Clipjoint. Nenhuma obra posterior lhe deu satisfação comparável. Essa assinalava, entretanto, sua estréia como escritor. É compreensível que, dentre os livros que escreveu, gostasse mais de uns que de outros; porém The Fabulous Clipjoint, por ter sido o primeiro, era também seu predileto.

Até que não tivesse vários volumes publicados, continuou a escrever contos entre um e outro livro, para não lhe faltarem recursos quando se empenhasse em obra de maior fôlego. Posteriormente, porém, só escrevia ou esboçava uma história curta quando estivesse seguro de que realmente devia fazê-lo.

Durante muito tempo desejou escrever The Office; mas, como se tratasse de um romance em moldes convencionais, a obra representava, para ele, uma experiência totalmente nova. Sabia que seus livros de mistério e ficção científica seriam sempre bem vendidos, mas ignorava qual pudesse ser a acolhida a um romance escrito por um estreante nesse campo. Ainda não se podia dar ao luxo de produzir obra que não vendesse com certeza. Por fim, escreveu-o. E vendeu.

Experimentou escrever para a TV por breve tempo, mas decidiu que isso não era para ele e acabou de volta aos livros. De sua autoria têm sido publicadas algumas centenas de contos e vinte e oito romances, sendo esta a sua oitava coletânea.

Se bem que aprecie todos os livros de Fred, o meu favorito é The Screaming Mimi. Outros de que também gosto especialmente são Here Comes a Candle, The Lenient Beast, The Far Cry, His Name Was Death e Night of the Jabberwock.

Realmente, não sou entusiasta da ficção científica, porque a maioria das obras desse gênero são, a meu ver, excessivamente técnicas. Mas acho as de Fred de fácil leitura. Minhas prediletas dentre essas são The Lights in the Sky Are Stars e The Mind Thing. What Mad Universe é obra quase clássica que também se pode contar entre as minhas favoritas.

Gosto muito de suas coletâneas, e desta em especial, por ser sua última obra acabada. E, já que representa seu adeus ao público, espero que o leitor também a aprecie.



Elizabeth Brown

Introdução à coletânea "Paradoxo Perdido". Ed. Cultrix, 1974.