Receta para la Creación de un Planeta
Isaac Asimov
"Se pesan aproximadamente dos septillones de kilos de hierro y se añade, para darle fuerza, un diez por ciento de níquel. Se mezcla bien con cuatro septillones de kilos de silicato de magnesio y se sazona con un cinco por ciento de azufre y una pequeña cantidad de otros elementos según el gusto. (Para una mejor preparación de este planeta utilice la Breve Guía Estelar de Especias y Condimentos.)
"Se calienta la mezcla en un horno radioactivo hasta que se funda bien y se formen dos capas revueltas. (Advertencia: no se recomienda calentar demasiado tiempo, ya que el plato puede resecarse, cosa que es preciso evitar.)
"Se enfría lentamente hasta que se forme una costra y aparezca pegada a ésta una fina película de gas y líquido. (Si no aparece, significa que se ha recalentado demasiado el planeta.) Se coloca el planeta en órbita ni demasiado cerca ni demasiado lejos de una estrella y se le hace girar. Después hay que esperar. Al cabo de algunos miles de millones de años empezará a fermentar la superficie. La parte fermentada, denominada vida, es la que más aprecian los entendidos."
La preparación de un planeta en la que deba aparecer la vida es un trabajo complicado que exige una atención incansable y una buena memoria. Sobre todo si se trata de un planeta en el que debe surgir una vida racional, realmente racional. La más leve distracción puede traer consecuencias irreparables. Así, al menos, se presentan las cosas a juzgar por "Los Viajes del Profesor Tarantoga", de Stanislaw Lem. Un anciano distraído que encuentra este amigo y maestro de Ijon Tichy anda siempre abstraído, siempre le queda algo sin hacer y siempre fracasa. No es que fracase del todo, siempre le sale algo, pero nunca lo que se propone. Pero no debemos reprochárselo. Su tarea es extremadamente difícil. Hay que verle trabajar para comprender el complicado problema que se ha planteado.
"Tomar... seis quintillones de polvo estelar..., una nebulosa oscura... media, iluminada..., una pizca de polvo cósmico..., mezclar..., hacer girar... hasta la aparición de una pella espiral. Hum, ¡una pella! ¿Buena? ¿Quién sabe? Vaya dificultad..."
Un día que estaba dedicado a esta cocina cósmica surgió la Tierra y los hombres que la habitan. El anciano es muy honesto y nada oculta a Tarantoga, al que sinceramente pide perdón:
"Le juro que fue por distracción, por azar, por un descuido. Simplemente que dejé de remover, la masa solar se me quemó por abajo y se formaron grumos. Después al enfriarse todo esto saltó..., se coaguló, se formó una especie de engrudo y de este engrudo, una jalea y de la jalea surgieron ustedes al cabo de varios miles de millones de revoluciones alrededor del Sol... No sé como disculparme ante usted..."
Isaac Asimov - Vista desde una Cumbre [View from a Height], 1963.
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